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El Medio Rural, Empleo

El medio rural se consolida como «sector refugio» para el empleo

La crisis económica ha provocado en Teruel la destrucción del 11,7% del empleo; una cifra que aumenta hasta el 29,7% en uno de los sectores más castigados: el de la construcción. Sin embargo, el número de contratos agrarios no sólo no ha descendido, sino que ha aumentado desde 2007. Ese año, Teruel empleó a 1.146 personas en el sector agrícola, mientras que en diciembre de 2011 un total de 1.167 personas contaban con un contrato agrario, un aumento del 1,79%. Aunque es cierto que en 2009 se produjo un pico de 1.400 personas empleadas, los niveles actuales se asemejan a los momentos anteriores al estallido de la crisis.

Todo eso ha provocado que el campo se haya consolidado como un «sector refugio» para huir de la crisis económica. Además de evitar que los activos laborales decidan fugarse a otros sectores a priori más atractivos, las dificultades económicas han motivado que estos mismos trabajadores hayan decidido regresar a sus pueblos. No obstante, desde UAGA, Bernardo Funes advierte de que «el campo puede ser una alternativa para encontrar trabajo, pero si se quiere poner en marcha una explotación es más complicado porque se requiere mucha inversión».
José Sodric, de ASAJA, coincide con Funes, y añade que «en esta época es difícil poder acceder a un empleo, pero el Bajo Aragón y Bajo Aragón Caspe existen más oportunidades cuando se desarrollan las campañas».

Estudio del Ministerio

Pero no todo se reduce al trabajo de la tierra. Por el contrario, el medio rural ofrece multitud de oportunidades para quien tenga la ocasión y los medios para aprovecharlas. Un estudio presentado en diciembre por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino ha identificado un conjunto de orientaciones estratégicas. Su objetivo es impulsar medidas que incentiven la creación de empleo rural aludiendo las capacidades y potencialidades del territorio. Así, según los datos aportados, podrían crearse 321.000 empleos en toda España en el plazo de dos años, y 559.000 en los próximos seis años.

El primero de esos nichos de mercado es la rehabilitación de viviendas para impulsar su recuperación, donde se podrían aprovechar la experiencia de las personas que han dejado de trabajar como albañiles debido al fin de la burbuja inmobiliaria. Se trata de una oportunidad centrada en aquellas personas que regresan al pueblo a la casa familiar, los que quieren habilitar una segunda residencia, o aquellos extranjeros que eligen el medio rural del Bajo Aragón Histórico como residencia.

Estos edificios, y otros que no requieren reforma, no aprovechan la energía de un modo eficiente debido a un mal aislamiento, lo que abre una nueva vía de negocio. Además, y muy en línea con la filosofía que inspiró la puesta en marcha de las comarcas, se resalta una clara apuesta por el impulso de servicios a las personas: guardería, ayuda informática a domicilio, personas mayores, limpieza, etc.

Del mismo modo, se hace hincapié en el relevo generacional agrario para crear un sector más competitivo. Se trata de un ámbito clave no solo para el mantenimiento de la población del medio rural, sino también para garantizar la supervivencia de la industria agroalimentaria y la de los paisajes, recursos naturales y tradiciones vinculadas a la agricultura tradicional.

En cuanto a la ganadería, se incide en la recuperación de la trashumancia y los beneficios para el medio ambiente del modelo extensivo. Muy relacionado con este sector, la producción de Jamón D.O. de Teruel se considera como «la punta de lanza del sector agroalimentario» aragonés, como ha reconocido el consejero de Agricultura, Ganadería y medio Ambiente de la DGA. Y ya se está apostando por marcas de calidad territorial en el Matarraña y el Maestrazgo para aportar valor añadido a los productos.

El aprovechamiento maderero es otra opción de negocio, muy vinculado con la puesta en marcha de plantas de biomasa, un objetivo en la agenda de todas las comarcas bajoaragonesas.

Pero quizá una de las alternativas por la que más se está apostando son los servicios de ocio rural. De hecho, el territorio cuenta con suficientes atractivos naturales, culturales,climáticos, paisajísticos y gastronómicos como para consolidar su posición como referente turístico. El estudio también indica la necesidad de gestionar los espacios naturales. Destacan iniciativas como el coto micológico del Maestrazgo, el contrato de Río del Matarraña, o el Plan Turístico del Bajo Aragón Caspe.

El estudio concluye resaltando las posibilidades del medio rural como centro de servicios externalizados, como los llamados call centers, o centros de atención de llamadas.

Emprender en clave rural

Aquellos que han cimentado su modo de vida en el medio rural se consideran «privilegiados» al poder residir en sus propios pueblos disfrutando de una elevada calidad de vida basada en la tranquilidad y en las relaciones sociales más cercanas.

Para impulsar la creación de empleo en este ámbito, los cuatro grupo de Acción Local del Bajo Aragón Histórico (Adibama, Cedemar, Adema y Omezyma) han puesto en marcha su proyecto ‘Emprender en clave rural’. Según indicó Joaquín Lorenzo, gerente de Omezyma, «se pretende poner en común todas las herramientas de que disponemos para ayudar a la creación de empleo». Así, se ha puesto en marcha un blog y un boletín electrónico para informar sobre cursos, subvenciones, ofertas, etc.

José Ángel Oliveros, Alejandro Latorre y Francisco Oliveros / Berge: «Somos unos privilegiados por poder trabajar aquí»
Sales de la granja, admiras el paisaje, y sabes que esto es calidad de vida», comenta Alejandro Latorre en su explotación porcina de Berge, mientras observaba el monte de Majalinos completamente nevado.

Este bergelino de 34 años ha conseguido forjar su modo de vida en su propio pueblo, tras tomar el relevo de sus padres. Su familia se marchó a Zaragoza en busca de mejores oportunidades, pero hace años que decidieron regresar para poner en marcha su propia explotación ganadera. «Cuando estaba en Zaragoza echábamos de menos la tranquilidad del pueblo, y regresábamos cada vez que podíamos. Ahora la granja es mi futuro, donde me voy a retirar. Hay que seguir con esto y aguantar; no queda otra».

Latorre se manifiesta enamorado de su trabajo. «No es agobiante, se pueden hacer las cosas a tu ritmo».

Francisco Oliveros, su vecino, es el propietario de una granja de ovejas desde 2006. «Te tienen que gustar mucho los animales, sino no se puede. De no haber hecho esto, tendría que haberme buscado otra alternativa».

Lola Rivasés / Valderrobres: «Ahora tenemos más tiempo para nosotros y para la familia»
Tras doce años trabajando en Zaragoza, Lola Rivasés y su marido Álvaro Pradera consiguieron regresar a Valderrobres el año pasado para poner en marcha la Fonda Angeleta. «Nosotros teníamos un restaurante en Valderrobres, pero no fue demasiado bien y tuvimos que alquilarlo y marcharnos. En principio, íbamos a estar cinco años fuera, pero las circunstancias no acompañaron y nos vimos obligados a estar más tiempo del previsto».

Para Rivasés, no hay comparación entre vivir en la ciudad y en el medio rural. «Vivir allí es mucho más estresante: los desplazamientos, buscar aparcamiento. Ahora podemos aprovechar ese tiempo para estar con nuestra familia. Hemos ganado en calidad de vida»

Elena Lleonart Mazaleón / Alcañiz: «Meterse en este trabajo no es sencillo ni barato»
El joven matrimonio formado por Elena Lleonart y José Luis Insa de Mazaleón decidió apostar por el sector agrario cuando él perdió su empleo como técnico reparador debido a la crisis. Ya que la familia disponía de unas 13 hectáreas de olivo, melocotón y almendro en el pueblo, y parte de la maquinaria necesaria, no lo dudaron y optaron por el campo. Pero no es un trabajo sencillo, ni barato. «El precio del producto final no es ninguna maravilla. Requiere mucho esfuerzo, mucha inversión, y luego te pagan poco; para ir tirando y poco más».

Por eso están pendientes de dos ayudas para conseguir la cesión de las tierras familiares a su nombre, y poder pagar parte de un paraguas y una máquina vibradora.

Daniel Hernández / Alcorisa: «He estado 10 años fuera, pero siempre he querido volver»
Daniel Hernández, de Alcorisa, se marchó a Zaragoza en 1997 para completar sus estudios como ingeniero y posteriormente trabajar en un par de empresas. «Pero mi idea ha sido siempre regresar al pueblo porque me encanta la vida de aquí».

En febrero de 2008 tomó la decisión y se volvió a Alcorisa para montar la academia de formación Formac. «Llegué para dar cursos en Alcañiz, Andorra y Utrillas. Y me di cuenta de que había chicos de Alcorisa que se desplazaban 30 kilómetros para disfrutar de un servicio que se podía dar en el pueblo».

Volver a Alcorisa ha supuesto para Hernández mejorar su calidad de vida y tener unas relaciones social es más familiares.

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