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Para el Amor no hay Edad

 

Para el amor no hay edad

 

La intimidad es un ingrediente fundamental en las parejas, y en la tercera edad también contribuye al envejecimiento saludable

 

 

 

Aunque algunos cambios fisiológicos y psicológicos pueden influir en el comportamiento sexual de los adultos mayores, la madurez suele ser una buena etapa amorosa de la vida en la mujer y el hombre.

 

La edad no está reñida con el sexo. Al contrario, el mejor conocimiento de la pareja y de uno mismo, así como la disminución de las obligaciones familiares y laborales, favorecen la sexualidad en los mayores”, argumenta el médico Juan Manuel Espinosa, del Grupo de Atención al Mayor de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

 

Con el paso de los años los cambios fisiológicos, enfermedades articulares, cardiovasculares y respiratorias, el consumo de medicamentos y la educación exigen una adaptación en el comportamiento sexual, pero ello no impide que el 60 por ciento de las personas mayores reconozca mantener relaciones íntimas satisfactorias, refiere Espinosa.

 

Según el experto de semFYC, “conforme avanza la edad es normal que disminuya la actividad sexual, pero lo más importante es la sed de piel, es decir, los abrazos y las caricias, que también son motivo de placer”, añade. A partir de cierta edad se trata de optimizar la calidad de la relación con actitudes, atenderse mutuamente, conversar, etcétera.

 

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) asegura que el mito de que la sexualidad desaparece con los años carece de fundamento, ya que nadie puede asegurar a qué edad cesa el deseo o la actividad sexual.

 

Adaptarse a los cambios

 

La intimidad no tiene por qué perderse con el paso de los años, reconoce el médico Carlos Verdejo, de la SEGG, quien recuerda que las personas mayores necesitan conocer qué cambios experimentará su organismo para adaptarse mejor a ellos.

 

De acuerdo con la SEGG, en el varón los cambios del organismo se producen lenta y progresivamente a partir de la sexta década, y en la mujer surgen en forma relativamente rápida a partir de la menopausia, en torno a los 51 y 52 años.

 

El cese de la actividad sexual varía de acuerdo con factores individuales, como el hecho de tener pareja, el estado de salud, el grado de incapacidad física y mental, la frecuencia y calidad de las relaciones.

 

Según un estudio efectuado con matrimonios mayores, la sexualidad a edades avanzadas es un indicador de felicidad, ya que quienes se mantienen activos en sus relaciones íntimas se muestran más felices en comparación con quien no las tiene.

 

 

 

Estudio efectuado en personas de la tercera edad

 

La investigadora Adrienne Jackson y su equipo de la Universidad de Agricultura y Mecánica de Florida, EE. UU., estudiaron a 238 individuos casados de más de 65 años que respondieron a preguntas en ese sentido.

Las respuestas de los participantes en la investigación revelaron que la frecuencia sexual es un indicativo tanto de la felicidad en general como la matrimonial.

Cuatro de cada 10 adultos mayores que no mantenían actividad sexual señalaron que eran muy felices con su vida, mientras que el porcentaje de felicidad subía a seis de cada 10 entre los que se mantenían activos sexualmente.

Según expertos en sexología, las relaciones sexuales son una capacidad de la persona, al igual que las de hablar o desplazarse, por lo que si se dejan de practicar, aparece la sensación de tener un problema, una enfermedad o algo anormal, lo cual influye en la percepción de la propia salud y felicidad.

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